Cuando Mathilde y Manech hicieron el amor la primera vez, Manech se quedó dormido con la mano posada en su pecho. Cada vez que Manech sentía latir su herida, era como sentir el latido del corazón de Mathilde en la palma de su mano, y cada latido la acercaba a él.
Por aquel entonces tenía miedo de todo: de los cañones de los franceses que disparaban demasiado cerca, del viento que propagaba el gas... Antes de la guerra no era así, todo lo contrario, desafiaba las tormentas socorriendo a los fareros cuando subía la marea
Cuando Mathilde y Manech hicieron el amor la primera vez, Manech se quedó dormido con la mano posada en su pecho.
ResponderEliminarCada vez que Manech sentía latir su herida, era como sentir el latido del corazón de Mathilde en la palma de su mano, y cada latido la acercaba a él.
Por aquel entonces tenía miedo de todo: de los cañones de los franceses que disparaban demasiado cerca, del viento que propagaba el gas... Antes de la guerra no era así, todo lo contrario, desafiaba las tormentas socorriendo a los fareros cuando subía la marea
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